jueves, 1 de octubre de 2009

.Medicina.

- Amanda había dejado sobre la mesa de la cocina sus calcetines de fantasía nuevos, su jersey para el invierno blanco polar, y sus pantalones de cuero con una especie de escharca azul. Le encanta desvariar con su ropa, y hacer mil combinaciones orteras para ser diferentes a los demás, y no sentirse un bicho, como estos. Aparte de eso, llevaba en una bolsa gris metalizado las medicinas de Jack, qué estaba acatarrado a causa de las fuertes tormentas qué lo atraparon cuando salía del trabajo. 
Ella, antes de entrar en la habitación, suspiró, con las pastillas en la mano, y rozó sus yemas sobre la mirilla de la puerta, y entró.
Jack se encontraba tumbado boca  abajo sobre la cama, y sus ronquidos se escuchaban ahogados.  Amanda se posó sobre el borde de la cama con cuidado, posando el vaso de agua hervida sobre la mesita, y con la otra mano, el vaso de agua cristalina, para las pastillas.
- Jack, despierta, ya he llegado.- dijo sijilosamente.-
Él, se despertó con una sonrisa enorme, aunque con las ojeras perfiladas debajo de sus ojos como señal de qué poco había dormido, y dos oyuelos tartamudeantes en las mejillas.
- Amanda, qué guapa estás hoy...Bueno, como siempre..
- Jack, tontorrón, no disimules para qué  no me preocupe por tí, vale? Déjame qué cuide de tí, como tú haces conmigo...
- Amanda, lo hago por tí, ya sabes qué mi madre me tenía acostumbrado a los remedios caseros de mi abuela, y no creía en la medicina.
- Venga, Jack, sabes qué si no fuese por ella no me hubiese curado de aquella pulmonía. Venga, tómate esto.
-y le introdució las pastillas en la boca, con un sorbo ligero de agua, después.


- ¿Ves? No era tan difícil mi amor.- dijo con una sonrisa, orgullosa-.
- ... No me dejes  nunca.

; Confesiones.

- Sé que siempre quisiste estar conmigo, Jack, pero con los años me dí cuenta de qué lo tuyo es obsesión.-dije resentida-.
- Amanda, joder, quererse no puede estar mal, sé qué me necesitas a tú lado a diario, por eso estoy así todo el día. Amanda, además, yo también te necesito a tí para vivir.-dijo Jack, tocándole la mejilla-.
- Bueno, qué sí, qué es evidente que te quiero, y mucho...-dijo cogiéndole de las manos-.
- Amanda, dime otra vez qué me quieres, porfavor, Amanda!
- Te quiero Jack.
Entonces todo tomó forma, los ojos de Jack brillaron como nunca, y Amanda lo notó. Jack tomó iniciativa y la besó como nunca había besado a nadie.
- Amanda, fuiste, eres, y serás, la mujer de mí vida.