miércoles, 30 de septiembre de 2009

- Cartas de adiós.


- Querida Jackeline: (4 de Abril del 2039)

- Estos días fríos sin ti no han sido lo mismo. Han pasado dos años desde qué te fuiste a Londrés, y cada día te hecho más de menos.
Jack al final se ha ido a estudiar con la beca qué le dieron en Grecia, y Nickoletto volvió a su país natal, Francia. De Sneska ya no sabemos nada, nos separamos medio mes después de qué tú te fueras. George dice qué hecha de menos los bombones qué le hacías para después de la cena, y Cristen qué hecha de menos las sonrisas qué le robabas. Yo, la verdad, hecho de menos mi vida, sonreír, llorar sin motivo, ser feliz, hacerme la loca cuando no quiero discutir...Hecho de menos mi vida, porqué toda mi vida eras tú. Pero bueno, al final, me he casado con Leonard, llevamos un año de matrimonio, y hasta te mandamos una invitación a la qué no respondiste, vaya! Como a ninguna carta anterior, ni a ninguna llamda...Hoy, día trece de Abril, hace justo dos años qué no veo tus ojos diciendome un adiós, y creeme, que mi sueño, el más fugaz, es verte otra vez.

Att: Melanie.

_____________________

- Querida Melanie: (4 de abril del 2038)

- Hoy hace justo un año qué no te veo. Hoy es un día especial. Toda mi vida ha cambiado. Ayer me he levantado con ganas de comerme el mundo y más, pero al final todo se desfasó. No te imaginas cuanto te hecho de menos, los estudios, me van bien, aún así, deseo acabar.
No los estudios, sino con todo. Tú llamada de ayer, me conmocionó. Me gusta escuchar el ligero sonido de tu voz todas las noches, y más, el sonido de tú felicidad.
Melanie, me voy de este mundo, y me voy para siempre. He vuelto a recordar el pasado, y he recaído en todo.
A mi lado, mientras escribo esto, estan mis mejores amigas, después de tí. Las pastillas.

Me voy Melanie, sin muchas explicaciones, pues no tengo muchas ganas. Te deseo lo mejor, siempre. Nunca te olvides de nuestros sueños, nunca, y sigue luchando por ellos.


Y sobretodo, no me olvides...


Te quiero Melanie.



Att: Jackeline.

- Rutinas.


- Se aproximaban pasos sordos desde su quinto puesto en la clase. Por la ventana, salían recuerdos de antiguos años, o no tanto, qué estallaban tan pronto chocaron con la realidad. Una gota de agua de roció caía ligera sobre la corteza color avellana de un árbol dolido, y las voces parecían rozar los tímpanos como caricias ausentes. Desde luego, Melanie, no se sentía del todo completa. Esa mañana, le había resultado un tanto curiosa. Todo eran detalles pasados plasmados en el momento presente. Tenía su rímel negro nuevo bordeando sus flameantes ojos, mientras una lágrima de fríos ríos surcaba su cara. Su pelo color salmón se había alborotado a causa de qué la Señorita Heilen había abierto la ventana, y su pelo liso seda se había enredado. En su boca llena de carmín brotaban heridas de morderse los labios a causa del estrés, pero su carmín morado dejaba esconder algunas de ellas.

Esto, es sólo el principio.